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El belga Gianni Meersman (Etixx) ha sido el ganador de la segunda etapa de la Vuelta a España.
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EFE

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Meersman gana el primer esprint y Kwiatkowski se enfunda la roja

El corredor se lo había prometido a su esposa horas antes.

El belga Gianni Meersman (Etixx) fue el más poderoso al esprint y se anotó por velocidad la segunda etapa de la Vuelta a España disputada entre Orense y Baiona, de 160,8 kilómetros, en la que el polaco Michal Kwiatkowski (Sky) se enfundó la camiseta roja de líder.

Meersman, de 30 años, cumplió la promesa que le hizo a su mujer por teléfono antes de la etapa, a la que invitó a seguir la etapa por televisión "porque tenía la corazonada de que iba a ganar". Y ganó por todo lo alto. Alzo los brazos por primera vez en una carrera grande por delante del alemán Michael Schwarzmann (Bora) y del danés Magnus Nielsen (Orica).

En la cuarta plaza entró el polaco Michal Kwiatkoski (Sky), quien por puestos tuvo el honor de enfundarse la camiseta roja como nuevo líder, prenda que hereda de su compañero Peter Kennaugh, rey por un día.

Un premio para el polaco, campeón mundial en Ponferrada 2014, que asoma la cabeza por delante en la general de los españoles José Joaquín Rojas y Alejandro Valverde (Movistar), quien preceden a Chris Froome, todos con el mismo tiempo.

De las termas de Orense a la playa de Baiona en busca del primer esprint de la Vuelta, esta vez con la mayoría de velocistas en casa, a buen recaudo de un recorrido que les asusta con 10 finales en alto. No faltaron, sin embargo, los aventureros. Nunca fallan. Así que enseguida saltaron del pelotón los franceses Pichon (Francaise) y Nauleau (Direct Energie) y el italiano Benedetti (Bora)

La cabeza de carrera empezó a subir el único puerto de la jornada, el Alto de Fontefría (3ª categoría, 8,2km al 3,2% de desnivel medio), con más de 3 minutos de ventaja sobre un pelotón controlado, sin agobios por el Sky de un líder, Peter Kennaugh, que vivió su momento de gloria en Orense estrenando el maillot rojo.

Día inolvidable que le sirvió para vivir lo que tiene que aguantar un líder a diario, es decir, perder un tiempo precioso entre control antidopaje, atención a la prensa, podio, etc. "Ahora me doy cuenta de lo que tiene que hacer Froome a menudo. Es increíble", dijo.

El paso de montaña anecdótico para todos menos para Pichon, quien pescó 3 puntos que le sirvieron para estrenar el maillot de puntos azules. Con la prenda asegurada para el ciclista galo la fuga se redujo a 1.30 minutos al paso por Ponteareas, a 59 de meta, la localidad de los campeones de la Vuelta.

Allí nacieron los hermanos Delio y Emilio Rodríguez, ganadores en los años 1945 y 1950, respectivamente, y Álvaro Pino, vencedor en la edición de 1986.

No se esforzó en exceso el pelotón en anular la fuga. Todo fue un proceso de maduración hasta que se animaron, por fin, los equipos que iban a luchar por el primer esprint. Una especie de enigma entre velocistas de segunda fila aspirantes a vivir su día de gloria en ausencia de los grandes "guepardos".

A pesar del ritmo lento del pelotón el trío de cabeza despertó del sueño a 15 kilómetros de Baiona, después de una aceleración del excampeón mundial belga Philippe Gilbert, el primero en unirse a la avanzadilla y encargado de rebañar 3 segundos en el esprint intermedio de Vigo.

En paralelo a las atestadas playas de Vigo, frente a las Islas Cíes, voló el grupo compacto dirigido por los equipos Dimension Data, Cannondale y Orica en busca de la pancarta de meta. En plena vorágine lo intentó el portugués Tiago Machado (Katusha) en un desafío estéril, ya que los contraataques anularon sus aspiraciones.

Sky asomó en cabeza para quedarse con la roja, ya fuese con Kennaugh o cualquier otro compañero, y dejar a buen recaudo a Chris Froome. Los hombres del triple ganador del Tour tomaron el mando hasta dos kilómetros de la línea, que fue cuando el pelotón se volvió loco por la colocación.

Hubo caídas. Primero el ruso Lagutin y después con el canadiense Ryan Anderson (Direct Energie), pero el Etixx ya había lanzado a Meersman, el ciclista de Tielt, muy aficionado al fútbol y bastante "merengue" que pudo emocionar a su esposa cumpliendo su promesa. Palabra del mago Gianni. Un objetivo que buscaba y que encontró en Baiona, frente a la Península de Monteferro. El decorado acompañó a su inolvidable hazaña.

Este lunes se disputa la tercera etapa entre Marín y Dumbría-Mirador de Ézaro, de 176,4 kilómetros. Llega el primer final en alto con un ascenso de 1,8 kilómetros al 13,5 por ciento y rampas del 20. Los favoritos saldrán a escena.

EFE

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